Terminó aferrado a un triunfo que se acrecienta en la escala de los valores deportivos. Y proyectó a futuro cercano solidez grupal. Argentino se quedó con un partido por demás de bravo. De esos que pintan inclusive como poco factible de abrocharlo. Pero ganó por la mínima diferencia en medio de ásperas acciones y reacciones del limitado Juventud Unida. Y se acomodó mejor en la tabla.
Tarde muy chiva. Pulsaciones a full. Piernas, codos y manotazos al palo. Sobre todo por parte del rival, que venía de recibir cuatro bofetazos al hilo y trataba de meter algún manotazo de ahogado. Por eso sus protagonistas no escatimaron a la hora de poner la pierna. Es más, en determinado momento costaba ver y certificar tanta impunidad. Y ante un pasivo juez.
Juventud Unida se dedicó a apretar en gran parte del desafío como si fuera el más guapo del barrio. Pero los pibes salaítos se plantaron sin temor a hacer un papelón. No se apichonaron para nada e inclusive terminaron sacando un buen rédito. E hicieron la diferencia poco después del primer cuarto de hora. Y gracias al rival, paradógicamente. Centro envenenado de Martín Villegas, Juan González quiso desviar el objetivo de su área, pero peinó la bocha antes que Luciano Pons y desató la locura anfitriona.
A partir de entonces comenzó a subir más la adrenalina en la visita. Fonzalida y Carrizo tuvieron sus instantes decisivos. Pero en ambas ocasiones Andrada evitó el empate. Antes de ir al descanso, Belén bajó a Fonzalida dentro del área. Pero para el árbitro Castro no fue nada.
En el complemento el clima se recalentó. Juventud Unida no estaba resignado a volverse a su pago con la quinta derrota en serie. Y sus jugadores apelaron a la guapeza barrial para tratar de llevarse por delante a los pibes albos. Pero no lo lograron porque los salaítos se dedicaron a hacer lo que saben: respetar la pelota. Y así fueron edificando el triunfo.
Argentino estuvo a un tris de estirar las cifras antes de los diez minutos. Pero Pons ejecutó el penal que le cometió Carrizo a las nubes. La mandó prácticamente al shopping. Y la réplica no tardó en llegar. Porque al instante Ponce exigió a Mauro Andrada, quien tuvo que estirarse al límite para mantener su valla invicta.
Mientras el rival daba una lección casi de arte marcial en cada rincón del Olaeta, hay que destacar que Juan Ulloa cometió un claro penal a Ponce, que tampoco vio el juez, que a hasta altura dejaba pasar todo por alto. Era una especia de aduana sin control. Antes del final, Calero se comió el segundo. Hizo todo bien hasta el momento de dar el toque hacia la red. Aunque lo más significativo es que el sala ganó en casa y se reposicionó. Y eso es para celebrarlo. Por lo menos hoy.

Franco Calero una de las figuras

“Una victoria por demás de dura”

Mauro Andrada fue la figura del partido. El Paca le puso un cerrojo a su valla cuando Juventud Unida intentó la heroica. “Sí, la verdad es que terminó siendo una victoria por demás de dura. Se jugó con dientes apretados y por suerte los tres puntos quedaron en casa”, destacó el uno salaíto en medio de la alegría que partía de la intimidad del vestuario minutos después del triunfo.
“Necesitábamos meter un partido así ante un rival que va al frente en todo momento. Este equipo demostró personalidad y por eso ganó”, amplió con convicción.
Al ser consultado sobre lo áspero que había sido la visita, Mauro no se sorprendió. “No me llama la atención porque lo que todos vieron hoy (ayer) es un reflejo de lo que nos pasa cuando jugamos de visitante”, declaró de manera natural. “No nos dejaban jugar y por eso trataban de cortar las acciones como podían, que en su mayoría eran faltas. Pero el juez no se dejó influenciar y eso es para destacar”, concluyó.

Fuente : La Capital

Foto: Por el deporte rosario